Wu X, Wang J, Ge Y, Lai S, Zhang D, Ren Z, Wang J. Future heat-related mortality in Europe driven by compound day-night heatwaves and demographic shifts. Nat Commun. 2025;16(1):7420. doi: 10.1038/s41467-025-62871-y.
Humedad y temperaturas nocturnas
El informe del Instituto de Salud Carlos III (1) supuso un paso adelante en la protección de la salud frente al calor extremo, al sustituir umbrales provinciales por umbrales específicos de zonas isoclimáticas. Sin embargo, la publicación comentada de Nature Communications aporta elementos que aconsejan revisar y ampliar este enfoque. La experiencia internacional indica que los impactos sanitarios no dependen solo de la temperatura máxima diurna. La persistencia de altas temperaturas nocturnas impide la recuperación fisiológica y multiplica el riesgo de mortalidad. Además, la humedad relativa agrava el estrés térmico, especialmente en costas mediterráneas y valles interiores.
¿Qué hacer?
Incorporar indicadores como el Humidex, que combina temperatura y humedad, permitiría anticipar mejor la mortalidad real y Diferenciar entre olas de calor secas y húmedas contribuiría a diseñar alertas más eficaces.
El artículo de Wu et al., muestra que, incluso con altos niveles de adaptación fisiológica (50%), el aumento de mortalidad proyectado no se neutraliza. En España, donde la población mayor de 65 años superará el 30% en 2050, la integración de escenarios demográficos es indispensable.
Se recomienda que los umbrales no sean estáticos, sino que se revisen periódicamente para incorporar el progreso del cambio climático y la evolución social (vivienda, climatización, sistemas de alerta) y que la perspectiva sea prospectiva: los umbrales deben reflejar no solo el pasado 2009–2018, sino también la España de 2030 o 2040.
Vulnerabilidad social y urbana: Londres vs. Copenhague o Madrid vs. Cádiz.
En Londres y Copenhague, con percentiles térmicos similares (≈ 22 0C de media diaria), la mortalidad difiere enormemente: +45% en Londres frente a +14% en Copenhague (2). En Londres, un día de 22 0C es tan letal como uno de 28 0C en otras ciudades europeas. La diferencia se explica por factores urbanos y sociales: pobreza, vivienda deficiente, menor acceso a zonas verdes.
En las ciudades inglesas, las personas que viven en barrios más pobres tienen tres veces más probabilidad de experimentar calor extremo que quienes habitan en los más acomodados. Y este hallazgo es directamente aplicable a España: ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia presentan fuertes desigualdades internas en calidad de vivienda, disponibilidad de espacios verdes y capacidad de refrigeración. En Madrid y Cádiz, con percentiles térmicos similares (29 0C), las mortalidades son de +37% y +48% respectivamente.
Ampliando trabajos previos (y en varias direcciones)
El artículo de Wu et al., sugiere la necesidad de ampliar los trabajos previos del ISCIII en varios sentidos:
- Indicadores compuestos: añadir nocturnidad y humedada los umbrales, además de la temperatura máxima.
- Umbrales dinámicos: revisables cada 5 años,adaptados al cambio climático y al envejecimiento poblacional.
- Estratificación socioeconómica: priorizar la vigilancia y las medidas de prevención en barrios vulnerables, integrando indicadores de renta, vivienda y acceso a zonas verdes y refugios climáticos.
- Isla de calor urbana: incluir el efecto diferencial de las ciudades densamente urbanizadas, donde la temperatura efectiva es mayor que la registrada por estaciones meteorológicas periféricas.
Una política de salud pública eficaz no solo debe determinar umbrales térmicos, sino también identificar a las poblaciones más expuestas y vulnerables dentro de cada zona. Para ello conviene geolocalizar domicilios y lugares de defunción tal como hizo Jean-Paul Glutting (3) hace 14 años.



